Después de terremotos y corazones rotos
- Maria Sanchez
- Aug 29, 2016
- 2 min read
“Black bird singing in the dead of night, take this broken wings and learn to fly. All your life you where only waiting for this moment to arise.” – John Lennon and Paul McCartney

No creo que sea coincidencia que en estos momentos esté viviendo uno de los rompimientos más fuertes en mi vida personal en una isla que hace exactamente 56 años vivió un terremoto devastador, que dejó ruinas en las cuales todavía se puede visiblemente experimentar la desolación de la destrucción y el abandono de un ocurrimiento como este. En este post NO voy a hablar sobre mi vida personal pero sí reflexionar sobre esos momentos en los que la vida sacude la tierra en la que caminas.
Conocido como el “Gran terremoto de Cefalonia”, empezando los temblores el 9 de agosto, y después de 113 de ellos concluyendo en uno de los terremotos más impactantes de la historia, el 12 de agosto de 1953 a las placas tectónicas colacionaron y causaron un movimiento de la tierra de 7.2 grados escala Richter. El epicentro al sur de Cefalonia ocasionó una destrucción masiva a lo largo de toda la isla exceptuando la aldea de Fiskardo al norte, y afectando también las islas de Zakyntos, Ítaca y Lefkada. El movimiento de la tierra causó que la isla se levantara 60 centímetros. De los 125,000 habitantes hubieron aproximadamente 1,000 muertos y 100,000 de ellos abandonaron la isla por completo, únicamente 25,000 permanecieron. Un terremoto que dejó atrás vidas derrumbadas y destruyó cualquier destello de fe para reconstruir sobre las ruinas.
Cefalonia tiene la característica de ser un lugar muy seco y rocoso. Las personas utilizaban piedras pesadas para todo tipo de construcciones, teniendo la confianza de la solidez de este material pero jamás pensando que esto iba en algún momento a actuar en su contra. La isla además se encuentra en arco de alta vulnerabilidad el cual se extiende desde el oeste de Europa hasta China. Y fue esta combinación de factores lo que desató inimaginable e inevitable tragedia. La tierra se movió y lo que parecían indestructibles se derrumbó ante sus ojos.
He tenido recientemente la oportunidad de poder estar dentro de las ruinas de casas y aldeas destruidas y es inexplicable la pesadez del sentimiento de caminar dentro de algo que en algún momento fue el hogar para una familia, los caminos para aldeanos, el puente para el agua que ya no corre. Estando allí, se siente latentemente la vibra de lo que alguna vez fue en el pasado y de lo que pudo haber sido en el futuro. En el momento, un terremoto destruye cualquier esfuerzo pasado y cualquier tipo de esperanza para el futuro... quedan únicamente ruinas: en lo que fue y lo que pudo haber sido. Después de un golpe así queda silencio y un miedo... de construir ... y que todo se vuelva a derrumbar.
Aun tras ver las ruinas de una catástrofe, se puede ver belleza en ellas, porque son el tiempo detenido en un momento, intocables e inalterables. Después del gran terremoto los pocos kefaloneses que aún habitaban la isla no volvieron a construir sobre los escombros, pero sí construyeron nuevas casas con un acero especial, flexible para que las estructuras se muevan junto con la tierra cuando esta tiembla.
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